La mayoría de las personas dan mucha importancia al cuidado facial, pero descuidan otras zonas como el cuello y el escote que, junto a las manos, son los principales delatores de la edad. Estas áreas envejecen más rápido que la cara debido a las características particulares que tienen: su piel es más fina y sensible, estando tan expuesta o más a los agentes externos; además, la piel del dorso de las manos puede sufrir agresiones por productos de limpieza cuando no se protegen con guantes adecuados.
Causas de envejecimiento
La disminución de colágeno y elastina, fundamentales para mantener la firmeza y la elasticidad de la piel, es un hecho que acompaña a la piel sea cual sea la localización. Esta pérdida de elasticidad, que se ve agravada en una piel más delgada y con menos elementos celulares y glandulares, acelerará también la formación de arrugas. Es sabido que la exposición solar es otro de los principales factores que contribuye al envejecimiento cutáneo; los rayos ultravioleta (UV) descomponen el colágeno y la elastina en la piel. Además, intervienen otras longitudes de onda del espectro, como el azul cercano y la radiación infrarroja.
Posibilidades de tratamiento
Disponemos de un arsenal de tratamientos para el rejuvenecimiento de la piel del cuello, escote y manos diseñados para abordar los inestetismos. Algunos de los tratamientos más comunes incluyen:
– Tratamientos con láser: como el láser de CO2 fraccional o el láser de erbio, que pueden mejorar la textura de la piel, reducir las arrugas y estimular la producción de colágeno.
– Peelings químicos: que ayudan a renovar las capas superficiales de la piel, mejorando su apariencia y textura.
– Rellenos dérmicos y mesoterapia: que aportan volumen y mejoran la hidratación de la piel, disimulando las arrugas y las líneas finas.
La genética juega un papel determinante en el deterioro de la piel. El propio ADN, el acortamiento de los telómeros y el control del daño oxidativo se invocan como responsables de la respuesta cutánea ante el envejecimiento fisiológico y las agresiones del medio ambiente. Las alteraciones hormonales, especialmente en la mujer, inducidas por el embarazo, la lactancia o la menopausia, influyen en la respuesta cutánea a lo largo del tiempo.
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